jueves, 8 de octubre de 2015

Mousai

Pensé que la había metido en una de mis maletas, 
y segura de ello,
la he buscado en cada rincón de mi nueva ciudad. 
Cabrona, qué buena es jugando al escondite. 
Sin embargo, hoy he visto su reflejo fugaz en un charco, 
y me ha parecido oír su risa deslizarse 
por el toldo de enfrente,
y hacer del chispeo un chaparrón. 

He salido al balcón, 
y al intentar gritar su nombre, 
ha dejado de mojar las calles con su llanto. 
Suspirando y moviendo la cabeza 
como quien afronta una derrota evidente e inminente, 
he vuelto a entrar en mi cama. 
Sin dejar de mirar por la ventana, 
por si acaso. 
A punto de darme por vencida 
me la he encontrado en mi libreta, 
bailando con mis bolígrafos, 
con cara de: "¿a qué esperas?" 

He cogido el cazamusas, 
y la he atrapado. 
Por fin vistes de negro mis páginas, 
y no mi cielo. 
Por fin la tormenta es ahí fuera, 
y no aquí dentro. 
Por fin las palabras 
no están mermadas por tu ausencia. 
Por fin te conviertes en tinta, 
y dejas de hacer tanto la tonta.

1 comentario:

  1. Con tinta y contenta.
    Cómo jode cuando las musas se esconden, pero qué gusto cuando vuelves a cazarlas.

    ResponderEliminar

No es necesario decir todo lo que se piensa, lo que si es necesario es pensar todo lo que se dice.