domingo, 23 de marzo de 2014

Soy

Soy la canción desesperada de Neruda. Soy un poema revolucionario intentando sonar como uno de amor. Soy Dafne huyendo de Apolo. Soy un mar enfurecido que indica alerta roja. Soy el pulgar de un fumador, desgastado de tanto rozar la piedra del mechero. Soy los ojos de una mujer maltratada, hinchados de tanto llorar. Soy el bombín de Sabina, que tantas veces le ha salvado sus pocas ganas de peinarse. Soy la cremallera del pantalón de traje de un ejecutivo importante, que tantas mujeres distintas han bajado. Soy la suela de los zapatos favoritos de un niño. Soy, del verbo ojalá. 
Ya van a marcar las 7 en mi despertador mental y a punto están de llegar los basureros de Madrid, a barrerme los pies como si fuera una hoja que, con la llegada del otoño, se ha cansado de estar siempre pegada al mismo árbol; a llamarme "Señor", como si aún tuviera el aspecto de una persona; a decirme -aunque ya lo sé- que aquí no puedo dormir, como si hubiera querido yo elegir este rincón de la calle para vivir, como si me gustara el frío de la intemperie. Soy la desolación de quien se ve obligado a cederle su casa al banco. Soy aquel que se vio obligado a cederle su casa al banco.