lunes, 31 de agosto de 2015

Fuera de mí

He abierto las ventanas, 
En busca de una brisa pasajera,
Y en su lugar
Me ha sorprendido una tempestad 
A la que llaman realidad.
Se ha sentado en mi sofá
Y parece tener ganas de hablar.
Me dice que el dolor 
Siempre es mayor
Cuando no tenemos a quien culpar.
Yo la miro de frente;
Ahora está dentro de mí,
Y me hace cosquillas en las heridas.
Exhalo un suspiro contenido,
Y ella sonríe.
Con la mirada de quien sabe que no se equivoca.
Está jugando conmigo;
Quiere empezar un duelo
Con los ojos como arma.
Yo cierro sus puertas,
Que son mis ventanas,
Y por un momento,
Me parece buena idea.
El miedo es la contraseña
Que desbloquea a mi alter ego.
Ese que se enfrenta a mis infiernos,
Que levanta la cabeza,
Que acaba con quien tenga que acabar.
El que saca los dientes
Para evitar que nadie 
Me vea vulnerable, franqueable o delicada.
En este momento,
Mi miedo está sentado a mi lado,
Inmóvil, nocivo.
Cada vez queda menos de mí,
Y a punto de ensuciarme las manos con su sangre,
Oigo un susurro
Que también me habla del dolor.
Pero esta vez me aconseja
Que vivir a ciegas,
Solo acabará conmigo.
Y que esa tempestad, 
Como un Fénix,
Despertará para atormentar a otra fausta.

Bajo la guardia.
Traigo dos copas 
Llenas de un vino que llora.
En el chinchín de mis negocios
Con la más cruda de todas,
Se funde en negro mi sonrisa.

viernes, 21 de agosto de 2015

Porqués

A mí, como al resto de seres humanos con los que comparto la edad, me gustan muchas cosas. Sin embargo, hay una que además me iluminó el corazón desde que empecé a tener uso de razón: el arte. En especial el arte dramático. Si me preguntarais por qué, os diría que no lo sé. Lo que sé es que es lo único que mantengo firmemente desde niña; cada pelea con un familiar, era un drama. Para mí, mi vida siempre ha sido una película constante. Hasta el punto de que cuando mis padres me castigaban sin salir de mi habitación, yo escribía cartas diciéndoles que me iba a suicidar -evidentemente, ni yo pensaba suicidarme, ni mis padres se lo creían. Aún recuerdo una de esas veces, que cogí una pequeña maleta que tenía, la llené con mis prendas de ropa favoritas, salté por la ventana de mi habitación (que es la ventana de una casa de campo) y me bajé al descampado, advirtiendo en una carta, que había decidido irme de casa. Y bueno, sin ir más lejos, este último curso (segundo de Bachillerato), ha sido un año que me ha llenado la espalda de contracturas con tantos trabajos que nos han mandado. Aunque eran esos mismos trabajos, los que me servían de excusa para ponerme delante de la cámara del ordenador y perder el tiempo que debía gastar en escribir mil palabras sobre lo que me pidieran, en grabar un monólogo improvisado hablando -y mayoritariamente interpretando- sobre las pocas ganas que tenía de hacerlo. Por las mañanas, cuando mi hermana y mi madre bajaban al centro a hacer cosas, yo prefería quedarme en casa a limpiar, porque montaba mis propios musicales mientras iba ordenando las cosas. Y no sé por qué lo narro en pasado, si esto sigue pasando a día de hoy. No son exactamente razones, pero es una ínfima parte de mi vida que ha logrado convencerme de que es el arte dramático lo que me llena, lo que quiero y mi camino hacia la felicidad, porque es la forma más natural que tengo de expresarme.

martes, 11 de agosto de 2015

Oda a la duda

Qué pasaría si acabara de descubrir que estos suspiros,
Estos pellizcos de mi corazón, 
Y este sin ti tan amargo
Son porque cerré la herida contigo dentro.

Qué pasaría si todavía te imaginara
Con tus rarezas,
Tus complejos,
Tus temores,
Danzando al son de un blues por la habitación.

Y si cada día necesitara una dosis
De eso que llaman amor,
Y que a nosotros tanto nos hirió.
O que el bálsamo de tu esencia
Sanara mis dolores.

Qué pasaría si por las noches 
Deseara tenerte como almohada.
O que las ganas
Interrumpieran nuestros sueños 
Para fundirnos en la pasión silenciosa,
Tenue y tranquila que desprende la Luna, 
E ilumina de la forma más propicia nuestros cuerpos.

Qué pasaría si quisiera admitir
Que eché de más 
Lo que hoy echo de menos.